"Estudia y serás algo en la vida". ¿Cuántas veces nos
han dicho o hemos escuchado esto de los adultos? De nuestros padres, tíos,
abuelos o incluso profesores. Futuros docentes y padres, antes de decir estas
palabras piensen en aquellos personajes que no siguieron en el sistema
educativo, o simplemente no fueron a la universidad. Piensen en aquellas
personas que han conseguido ser felices con lo que hacen (deportistas,
empresarios, bailarines, pintores, etc). Hemos de ser conscientes de que la
educación es esencial en los primeros años de vida para socializar y
desarrollar las habilidades que el niño necesite para ser una persona íntegra.
Pero la educación no puede ser un ancla para la creatividad y el crecimiento
personal de un individuo.
Una secuencia que expresa muy bien lo que quiero decir es la que
adjunto a continuación:
Si analizamos esta escena de los Simpson y conocemos lo que representa el personaje Nelson en la serie, podríamos ver un claro ejemplo de ignorancia por parte del sistema educativo y de la propia sociedad ante el potencial de este niño. Nelson es considerado un niño problemático y sin futuro en este mundo animado. La gente espera que, cuando crezca, a lo máximo que aspire sea a una versión barata de Barney (personaje borracho de la serie, sin trabajo ni metas en la vida) y probablemente sea esto lo que pase si el sistema educativo y la sociedad a la que pertenece no le apoyan en otras aptitudes fuera del ámbito educativo.
Ahora, dejando de lado esta ficción
animada, paso a hablar de la realidad educativa que trágicamente está siguiendo
los mismos pasos que la ficción mencionada antes y que limitan altamente al
niño. Dejemos de dar matemáticas y enseñar lengua sin una funcionalidad o de
forma rígida. Dediquemos algo de tiempo a cosas que pueden ser más relevantes
para el futuro de los niños. Empecemos a buscar alternativas a la educación tradicional
y desarrollemos una educación más allá del contenido.
En esta línea, he de nombrar que en el
Prácticum por el que pasé el semestre pasado, llegó a mis manos una buena iniciativa
que permite dedicarle un pequeño tiempo a este fin propuesto. Consistía en un
proyecto del centro destinado al primer ciclo de la Educación Primaria y
recibía el nombre de “el día del protagonista. Como bien indica el nombre, se
le dedicaba un día de la semana (las tres primeras horas lectivas) a un niño al
azar. Este alumno, junto con su familia exponían, tanto frente a la maestra
como frente a sus compañeros, que era lo que quería ser de mayor (Para el primer
curso de primaria) o lo que más le gustaba hacer (Para el segundo curso de
primaria). Sus compañeros debían abordar la presentación con preguntas o dudas
que le surgieran.
Como espectadora del proyecto pude vivir
esta experiencia y observar como cada niño se ilusionaba cuando era elegido
como protagonista. Pude conocer más de cerca a mis alumnos y lo que querían
hacer. Fue realmente motivador e innovador. Así que ¡LECTORES! Les animo a
crear buenas prácticas como esta porque nutren al alumnado con algo más que
contenidos curriculares.